Foto: Carné de estudiante de Marcos Macuada (Camila Macuada, Internet) |
Hoy se cumplen 100 años del término de la “EPIDEMIA DE FIEBRE AMARILLA” que desoló Tocopilla; cabe destacar en ello la presencia de estudiantes de medicina y doctores que acudieron al llamado desde lejanos lares.
Corría 1912 y a la vida agitada en el puerto de Tocopilla llegaban vapores y buques extranjeros que quedaban a la gira. Traían mucha actividad mercantil, vida nocturna agitada y novedades en la vida social portuaria. Pero el mar no sólo transportaba marinos. Junto a los productos exóticos llegaban igualmente otras letales importaciones.
Nadie pudo prever que en enero de 1912 la muerte partiría desde Guayaquil para desembarcar en Tocopilla. El 28 de ese mes desde el barco “Cóndor”, bajó un tripulante enfermo al hospital de la ciudad. En él venía el virus de la temida “fiebre amarilla”. Para combatir la emergencia sanitaria, el doctor Pedro Lautaro Ferrer solicitó la asistencia de jóvenes estudiantes Medicina. En un segundo grupo de estudiantes, llegaron hasta el puerto Marcos Macuada Ogalde, Gonzalo Castro Toro y Arturo Barraza Araya. El joven Macuada tenía 24 años y estaba a punto de recibirse de médico. Cuando la epidemia menguaba, este joven voluntario cayó enfermo y luego de tres días, un 21 de junio de 1912 , murió ante el dolor y estupor de sus compañeros.
Su muerte conmocionó al país y su nombre quedó escrito en la historia, quedando como un mártir de la medicina nacional. En su memoria el hospital de Tocopilla lleva su nombre.
Corría 1912 y a la vida agitada en el puerto de Tocopilla llegaban vapores y buques extranjeros que quedaban a la gira. Traían mucha actividad mercantil, vida nocturna agitada y novedades en la vida social portuaria. Pero el mar no sólo transportaba marinos. Junto a los productos exóticos llegaban igualmente otras letales importaciones.
Nadie pudo prever que en enero de 1912 la muerte partiría desde Guayaquil para desembarcar en Tocopilla. El 28 de ese mes desde el barco “Cóndor”, bajó un tripulante enfermo al hospital de la ciudad. En él venía el virus de la temida “fiebre amarilla”. Para combatir la emergencia sanitaria, el doctor Pedro Lautaro Ferrer solicitó la asistencia de jóvenes estudiantes Medicina. En un segundo grupo de estudiantes, llegaron hasta el puerto Marcos Macuada Ogalde, Gonzalo Castro Toro y Arturo Barraza Araya. El joven Macuada tenía 24 años y estaba a punto de recibirse de médico. Cuando la epidemia menguaba, este joven voluntario cayó enfermo y luego de tres días, un 21 de junio de 1912 , murió ante el dolor y estupor de sus compañeros.
Su muerte conmocionó al país y su nombre quedó escrito en la historia, quedando como un mártir de la medicina nacional. En su memoria el hospital de Tocopilla lleva su nombre.
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