23 de mayo de 2012

EL TEMA

Vergonzoso y desmedido uso del vocablo

EL TEMA
*¿Muletilla de moda…? ¿Reiteración excesiva?
¿Cantinela insensata? Expresión refleja a las claras
la alarmante pobreza de recursos idiomáticos
en la expresión oral contemporánea.

Por Jaime N. Alvarado García
Profesor Normalista
Periodista – Reg. Nac. N° 2.771.

En un encuentro de personeros de alto linaje y de encumbradas profesiones o cargos, vestidos todos con ropas de marca, escuché la intervención de uno de ellos, gerente de una empresa, quien lucía espejuelos a media nariz. Tardé unos segundos en comenzar a grabar, pero –pese a ello- logré registrar lo que me permito transcribir:
   “Por un tema de invierno, vamos a tener que ver el tema de los caminos, porque con el tema de la nieve, se nos va a complicar el tema del rescate de los trabajadores. Este tema lo vimos con la gente que conoce el tema y nos recomendaron abordar este tema ahora que estamos con el tema del verano, digamos…”
    Dejé la grabadora encendida y pude registrar lo que aportó un ingeniero, quien –ni corto ni perezoso- no trepidó en agregar: “Nosotros analizamos el tema, para ver el tema de los vehículos de rescate. Pero el tema es que no tenemos conductores que se manejen en el tema del rescate, digamos…”
    Como “el tema” me interesó, permanecí atento a las intervenciones y continué registrando los diálogos. Un mozalbete pelirrojo dejó de mirar su “Notebook”, para aportar lacónicamente: “Este es un buen tema, digamos…”. Luego volvió a concentrarse en la pantalla de su Notebook. Otro de los ingenieros participantes, hizo un señero aporte: “Para mí que este es un tema que tiene que ver con el tema de la Prevención de Riesgos, porque a ellos les compete este tema, digamos…”
    Saturado con este “tema”, apagué la grabadora y me dispuse a abandonar el recinto, para contemplar el mar, encabritado con las marejadas de otoño. Pero la nueva intervención del gerente motivó mi curiosidad, detuve mi salida e hice clic a la grabadora: “Yo creo que este tema tenemos que exponerlo a las autoridades que se manejan con el tema. Yo creo que la Onemi tiene gente capacitada en el tema… Los bomberos también se manejan en el tema, digamos…”
    Lo curioso del asunto es que todos se entendían, las cosas quedaban claras, al parecer no había dudas ni nada parecido. Recordé el argumento manido de algunos, que sostienen que “el idioma es una cosa viva” y que -por lo tanto- está sujeto a las contingencias y avatares propios de los seres vivientes, especialmente el cambio.
    “Está bien que el idioma sea cosa viva, pero “el tema” es que lo están matando…” –reflexioné preocupado. Recordé a Espronceda, Unamuno, Azorín y Cervantes. A mis profesores, Ruperto Tapia Caballero y Juan Moretic. Evoqué ese idioma castellano mucho más variado, diverso, amplio que manejábamos en la década del 50.
    “Los años le hacen mal al idioma…” –intenté reflexionar. Y para comprobarlo, volví a la sala donde se desarrollaba la sesión en comento. Ahora, quien hacía de moderador tenía la palabra, mientras manejaba con escasa habilidad un puntero “laser”. Otra vez hice clic a la grabadora, que registró lo siguiente: “Aquí vemos el tema de los caminos… Como vemos, el tema de las distancias es un tema que nos puede generar complicaciones. Y es un tema no menor, porque son tres horas de camino, al menos, digamos…” –señaló certero, convencido. Su verdad era indiscutible.
    Pero no contaba con el aporte de otro asistente. Este se puso de pié, solicitó el puntero “laser” y argumentó: “Este tema de las distancias se puede resolver con el tema de los helicópteros. Ahora hay un servicio de rescate aerotransportado que nos puede ayudar a resolver el tema, digamos…” –dijo, moviendo el “laser” en círculos en torno a un mapa proyectado por un “Data”. “Lo importante es el tema de rescatar a la gente… Ése es el tema, digamos…” –agregó mientras regresaba a su ubicación.
    “Lo bueno es que este tipo está preocupado de la vida de los trabajadores, aunque –por otro lado- este matando el bello idioma castellano” –pensé. Terminado mi desempeño, la despedida no podía ser de otra manera.
     Quien hacía de moderador, al ver que guardaba mis cámaras, lanzó la pregunta que hizo de “broche de oro”. “¿Cómo lo podemos hacer para el tema de las fotos…? Otros –en corrillo- se sumaron a la pregunta…¡ A nosotros también nos interesa el tema…!
    Para mis adentros, pensé “A mí, más que las fotos, me interesa “el tema” de cómo hablan… Es tan fácil… Basta con digitar la tecla derecha del mouse y aparece un listado de sinónimos… Son capos con el computador, pero no saben sacarle provecho para enriquecer el lenguaje… O por lo menos recurrir a otras palabras, variarlo un poco.”
      Antes de salir, señalé a uno de los participantes, a quien dejé mi dirección electrónica, para ver “el tema” de las fotos digitales y su despacho por correo.  Este me despidió de la jornada como se esperaba… “¡Le mando un correíto para ver el tema…!”

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