8 de mayo de 2012

EL RUDO ALACRÁN DE DOBLE ALIENTO

 Por Piero Santoro Maffei


"La poesía no se vende al mejor postor, porque no le interesa en lo más mínimo. Ella se entrega con la pasión de creer, en nuestras grandes esperanzas, en los cambios de un mundo mejor. Ella es un espíritu que acompaña el corazón de los guerreros, de las revoluciones del corazón”.  

Marieta Morales Rodríguez

Hace diez años la poeta de Antofagasta, Marieta Morales Rodríguez, publicó su primer poemario, “Cartas abiertas a Serguie”, luego de diez años de pasar en el patio del no olvido con manuscritos con manchas de tinta, rescatando las reliquias de los días de amor y furia, nos regala un segundo trabajo poético, "El rudo alacrán de doble aliento”, texto que nos invita a viajar hacia el interior de un viejo roble de sentimientos.

Según las palabras de la autora, este libro es una creación de arte libre a través de una observación del entorno y la cultura, mostrando otros mundos existentes, traspasando las barreras que limitan el imaginario colectivo, impulsándolos a darse cuenta de su propia realidad.

Marieta no tiene miedo a ser una reina malvada, porque para ella es inevitable no bajar del monte del ojo que todo lo ve, es intrínseca la crítica en ella y el cuestionamiento del vivir diario y la forma en que nos vemos a nosotros mismos en un contexto específico. La poesía de Morales, nos ayuda ha convertirnos en arqueólogos en nuestro foro interno, descubriendo el fósil perdido de nuestro espació, cadáver de nuestra niñez olvidada.

La única ambición presente en la joven poeta es conocer el mundo a través de su arte y seguir escribiendo en un constante trabajo lírico. Además pretende empezar a trabajar en una siguiente publicación, la cual será totalmente distinta a sus trabajos anteriores, explorando otros campos del alma y la vida.

Para los que desean obtener el libro o contactar a la poeta la pueden ubicar a través de Facebook, Marieta Morales Rodríguez.

 EL AULLIDO DE LA CIUDAD PERDIDA ENTRE BARES

Estruendoso,
Demasiado estruendoso.

El aullido de la ciudad perdida entre bares.

Es la edad de la inocencia,

De un naranjo navegando

En el jardín secreto

De los sueños triturados

Por la soberbia de la serpiente de la soledad.

La muerte clava sus uñas de arpía.

En el fruto de los pasillos.

Es el aullido del lobo,

En al quietud de las calles húmedas,

Por los látigos de los bares perdidos. 



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