Pedro Villegas (izquierda) |
Por Piero Santoro Maffei
Pedro Villegas es un hombre de familia que escucha y ama a su hija lo más que puede, atiende a su pareja de la mejor manera y trabaja lo que tiene que trabajar de la forma más eficiente; sin embargo hay algo en Villegas que lo hace distinto al resto, es un “coleccionista con alma poética”.
Comenzada la década de los ochenta, Los Prisioneros lanzaban su primer disco, Los Jaivas volvían a Chile y El Festival de La Una hipnotizaba a la gente; pero había algo más que ocurría en el transcurso de ese peculiar tiempo, la hermana de Pedro Villegas estaba por completar el álbum de láminas de “Sankuokai” (los primeros Power Rangers de la historia), lo que para Villegas significó el comienzo de una pasión volcánica.
“Era común ver en los colegios a niños repartidos por el patio por montón, intercambiando láminas o jugando con ellas”, me explicó Pedro mientras conversamos en un stand de la FILZIC 2012. Yo en ese momento sólo quería saber el génesis del impulso a coleccionar álbumes y muy pronto lo iba a saber.
Los años pasaron para Villegas tan rápido como la vida de una mosca y un día como cualquier otro (hace cuatro años atrás), le preguntó a su madre que había hecho con sus álbumes de niño. Ella respondió que lo juntó todo en una caja y lo había tirado a la basura; en ese instante el corazón de Pedro sufrió un encogimiento que sólo se vive con la desilusión del primer amor, comprendiendo que una parte de él se había ido, y tenía que salir a buscarla sin importar el costo, para traerla de vuelta al hogar de su espíritu.
Cuando le pregunto a Pedro donde consigue el material de su hobby (los cuales superan el centenar) me dice que recorre distintas ferias, sigue datos, habla con la gente, y que siempre hay por donde buscar y encontrar algo bueno, además agrega que no es el único, hay dos coleccionistas más de álbumes en Antofagasta.
Después de un día de trabajo Villegas juega con su hija, besa a su pareja y se va a contemplar su tesoro, su colección; en la que se destacan, un álbum del Perú de los años 70 de estrellas de cine, el del mundial del 62 (año 1962) y las series de animación que marcaron a toda una generación, tales como Robothec, Transformers, Las Tortugas Ninjas, entre tantas otras.
Se dice que de sueños vive el hombre y cuando Pedro me cuenta los suyos, me dice que desea una editorial donde pueda revivir este arte olvidado, además le gustaría realizar una página web donde pueda subir su colección, mostrando y compartiendo su experiencia.
Me despido de Pedro Villegas con la sensación de que he conocido a un tipo a lo John Wayne, un solitario que recorre en caballo el desierto de la vida en búsqueda del amor y la infancia perdida. Sólo digo adiós y doy la vuelta con unas ganas inmensas de escribir.
Pedro Villegas es un hombre de familia que escucha y ama a su hija lo más que puede, atiende a su pareja de la mejor manera y trabaja lo que tiene que trabajar de la forma más eficiente; sin embargo hay algo en Villegas que lo hace distinto al resto, es un “coleccionista con alma poética”.
Comenzada la década de los ochenta, Los Prisioneros lanzaban su primer disco, Los Jaivas volvían a Chile y El Festival de La Una hipnotizaba a la gente; pero había algo más que ocurría en el transcurso de ese peculiar tiempo, la hermana de Pedro Villegas estaba por completar el álbum de láminas de “Sankuokai” (los primeros Power Rangers de la historia), lo que para Villegas significó el comienzo de una pasión volcánica.
“Era común ver en los colegios a niños repartidos por el patio por montón, intercambiando láminas o jugando con ellas”, me explicó Pedro mientras conversamos en un stand de la FILZIC 2012. Yo en ese momento sólo quería saber el génesis del impulso a coleccionar álbumes y muy pronto lo iba a saber.
Los años pasaron para Villegas tan rápido como la vida de una mosca y un día como cualquier otro (hace cuatro años atrás), le preguntó a su madre que había hecho con sus álbumes de niño. Ella respondió que lo juntó todo en una caja y lo había tirado a la basura; en ese instante el corazón de Pedro sufrió un encogimiento que sólo se vive con la desilusión del primer amor, comprendiendo que una parte de él se había ido, y tenía que salir a buscarla sin importar el costo, para traerla de vuelta al hogar de su espíritu.
Cuando le pregunto a Pedro donde consigue el material de su hobby (los cuales superan el centenar) me dice que recorre distintas ferias, sigue datos, habla con la gente, y que siempre hay por donde buscar y encontrar algo bueno, además agrega que no es el único, hay dos coleccionistas más de álbumes en Antofagasta.
Después de un día de trabajo Villegas juega con su hija, besa a su pareja y se va a contemplar su tesoro, su colección; en la que se destacan, un álbum del Perú de los años 70 de estrellas de cine, el del mundial del 62 (año 1962) y las series de animación que marcaron a toda una generación, tales como Robothec, Transformers, Las Tortugas Ninjas, entre tantas otras.
Se dice que de sueños vive el hombre y cuando Pedro me cuenta los suyos, me dice que desea una editorial donde pueda revivir este arte olvidado, además le gustaría realizar una página web donde pueda subir su colección, mostrando y compartiendo su experiencia.
Me despido de Pedro Villegas con la sensación de que he conocido a un tipo a lo John Wayne, un solitario que recorre en caballo el desierto de la vida en búsqueda del amor y la infancia perdida. Sólo digo adiós y doy la vuelta con unas ganas inmensas de escribir.
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