12 de mayo de 2012

ARMANDO RUBIO, MÁS QUE UN CIUDADANO, UN POETA


Por Piero Santoro Maffei


“Que mi rostro
 siga
 siempre pálido:
 así nadie sospechará de mi muerte”.

Poema “Cualidad”, Armando Rubio Huidobro (1955-1980).

Un paso en falso en el vacío, producto de una mala anécdota de la existencia o de esas cosas que estaban predestinadas a pasar, puso fin a la vida del joven poeta Armando Rubio, un 6 de diciembre de 1980. Quijote adolecente que con sólo 25 años de edad, marcó una generación de escritores profundamente, dejó una promesa poética en crecimiento y nos adentró más allá, mucho más, a la pregunta de qué es ser un hombre en una gran ciudad.

 A los nueve años escribió sus primeros poemas. Luego le siguieron los cuentos, pero la poesía siempre fue su dialecto favorito. Entre los lapsos de una siesta a otra, se devoraba los relatos de Pío Baroja, Antón Chéjov y Knut Hamsun, entre muchos otros, además del consumo gozoso por los distintos vates tanto nacionales como internacionales.

Alcanzó a colaborar en revistas como Atenea, Andrés Bello y La Bicicleta, además de ser incluido en las antologías juveniles Ganymedes/6 y Poesía para el camino. Armando estudió periodismo, carrera en la cual se destacó, pero lamentablemente nunca logró terminar. “Si todos los periodistas fueran como él, los titulares serían poesía, las noticias versos de amor, ternura y angustia, las fotos verdaderas fuentes de imaginación creativa y, hasta el folio, una tenue melodía”, explica el periodista, André Jouffé.

La obra del joven escritor fue reunida y prologada por su padre, Alberto Rubio (destacado vate nacional) en el libro Ciudadano, publicado en 1983, obra que recibió el Premio Municipal de Poesía en 1984 y el elogio unánime de la crítica. En este poemario aparece un texto (Juventud de un poeta) en homenaje a Miguel Morales Fuentes, poeta residente en Antofagasta. “Armando fue mi amigo, compartimos muchas cosas juntos. Yo lo recuerdo como un joven alegre que tenía una pasión por la vida. Aún me acuerdo caminando de noche y el flaco gritando a todo pulmón a la bóveda de estrellas en el vacío de la noche”, recuerda Morales.

Jorge Teillier describe a Armando Rubio como "un pájaro huyendo de la jaula de los años", frase poética que adquiere sentido por el legado aún latente de su poesía. Su hijo, Rafael Rubio, continúa con el sendero esbozado por su padre, tal como el ciudadano que camina y camina hasta dar con las sincronías de la vida. 

Estos son algunos poemas de Armando Rubio, extraídos de su libro, Ciudadano.

Monedas
Engominado, pulcro,
Penetro en las iglesias
altivamente cirio
con mi cara de hostia
dominguera.
Y me arrodillo,
y me confieso,
y me persigno,
y regreso a la calle
para comprar barquillos
con monedas hurtadas al abuelo.

Gozo
¿Qué hilo
Sostiene a la gaviota?
¿Qué niño
En la playa la encumbra
desenvolviendo trémulo el carrete
para que ascienda todavía más alta?
¡Padre! ¿qué volantín es ése que vuelve por sí solo,
y como riéndose,
con el mismo hilo me encumbra?




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