Por Jaime N. Alvarado García.
El anecdotario local nos asegura que Gamelín Guerra, autor del fox-trot “Antofagasta Dormida”, dedicó sus versos a una ciudad que dormía plácidamente, mientras él –con esa sed propia de noctámbulos/bohemios/artistas- deambulaba de aquí para allá, tratando de encontrar un abrevadero pleno de mostos y algún otro ambigú.
Dicha apreciación encaja –certeramente- con estos nuevos tiempos que vive la ciudad. Porque hemos seguido dormidos. La ciudad crece y se proyecta… Pero el espíritu que nos caracterizó hasta hace medio siglo, parece haberse quedado en el limbo, yerto, amodorrado, lánguido y adormilado.
Duele decirlo. No fuimos capaces de reaccionar ante tamaño despojo, cuando los dineros que –en justicia- nos correspondía recibir por un daño ambiental desastroso, fueron derivados a otra Región Chilena. Nos quedamos en comentarios de pasillo. Nos
fuimos por las ramas y doblamos la cerviz ante un designio capitalino, centralista…(¡otro más…!)
Solo la prensa escrita y uno que otro canal expusieron el tema con mayor o menor tibieza. Pero nada de fondo, que nos hiciera desperezarnos; que lograra remover esa somnolencia que se confunde a veces con una mansedumbre enfermiza. No hubo líderes que alzaran su voz con firmeza, esgrimiendo la invencible arma de la razón… Y se impuso –dolorosamente- la sinrazón.
Con esto del agua contaminada con algas sucederá –irremediablemente- lo mismo. No hay que ser agorero… Poco a poco se va a acallar el asunto y luego vendrá el olvido… ¿Simple, no?
¡Cómo se extrañan aquellos líderes del ayer, sin banderías, quebrando lanzas por este aporreado y postergado Norte Grande…! ¡Este Norte Grande que es el bolsillo grande de Chile…! …Cuando el erario tambalea y “papá” Fisco tiene sus faltriqueras escuálidas, las miradas se vuelcan hacia este generoso Norte Grande. Y Santiago tiene lo que quiere, a cambio de muy poco o casi nada.
Escasean los líderes. Hoy, el llamado a la disciplina política –el vozarrón de los partidos- silencia aquellas voces que pudieran levantar nuestros representantes en el hemiciclo… Y les doblan la mano con una facilidad vergonzosa, hasta acallarlos, “amansarlos” y hacerlos entrar en vereda.
No estamos equivocados…. Seguimos dormidos. Si volviera Gamelín, se sentaría al piano y volvería a canturrear los mismos versos… “Antofagasta, dormida…”
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