11 de noviembre de 2010

"EL MUELLE… ¿HISTORICO?" de Jaime Alvarado Gracía

Jorge Hicks, quien ordenó hincar los pilotes que dieron forma y vida al llamado “Muelle Histórico”, debe estar revolcándose en sus cenizas. Molesto por tanta bagatela, dilaciones, proyectos y demases, que no hacen otra cosa que dejar correr el tiempo para que el muelle termine bajo el agua…
Entonces habrá quienes quiebren lanzas y alcen la voz… Cuando ya no haya remedio, habrá quienes lloren sobre la leche derramada, como suele ocurrir -tan a menudo- en nuestro Chile.
Que el proyecto del restorán… El de una marina… La idea de hacerlo formar parte de un casino…Todo, no tiene otro sentido que hacer que el calendario corra, que vengan las bravezas y marejadas, que el muelle se debilite y caiga por su propio peso y por el paso de los años.
El “muelle histórico” ha servido para todo. Para construir ilusiones, para cimentar
esperanzas, para dar rienda suelta a cuanto arquitecto necesite un “caballito de batalla”. Pero todo aquello es sinónimo de nada, porque nada se ha avanzado desde los años 80 del siglo pasado. Papeles, planes, proyectos, ideas, resúmenes, propuestas, presupuestos… Y el muelle se tambalea.
Pero nunca se ha sabido de un presupuesto destinado siquiera a mantenerlo en pié. No se ha conocido la asignación de recursos para reforzar el estribo y los pilotes. Pareciera no ser conveniente invertir en él, porque es mejor que se derrumbe definitivamente.
Por allí pareciera ir “la cosa”.
Hay quienes esperan que se caiga, para aprovechar el pino de Oregón. Son los más. Otros, para sacar provecho de los rieles, vigas, cornamusas, bitas, gateras y la armazón de los “donkeys” y la “pasteca”, que se mantiene enhiesta en el cabezal. Los menos, lamentaremos su desaparición, porque se nos arrancará un trozo de la historia marítimo-portuaria de nuestra Antofagasta.
Cuando ello ocurra, una placa recordará el lugar donde estuvo… Las autoridades se tomarán fotos en la inauguración de dicha placa, intentando convencernos que el muelle “estaba de más”…Y sanseacabó.
 Allí se retratarán los turistas del mañana y nuestros propios nietos. La dársena perderá su esencia, la poza quedará huérfana, a falta del “padre mayor”, ausente del lugar por desidia, abulia y desinterés.
Y Jorge Hicks, en su lejana ausencia de cenizas, seguirá revolcándose, más molesto aún.
¿Qué duda cabe?

No hay comentarios.: