Por Mario
Vernal Vilicic
Ofrecerán conciertos en Rusia y Francia. Ya se presentaron en
San Petersburgo y hoy lo harán en Moscú
Suenan por fin las zampoñas y quenas del Norte de Chile en el corazón de
San Petersburgo, en la amplia explanada que se abre frente al “Hermitage”,
palacio del último Zar de la gran Rusia Imperial; en la ciudad de “Pedro el
Grande”, más tarde llamada “Leningrado, la ciudad heroica”, debido a la
empecinada resistencia de su pueblo frente al asedio del ejercito nazi durante
la segunda guerra mundial; ahí donde murieron más de un millón de civiles sin
que sus celadores lograran someterla.
La gente llega al lugar con curiosidad, atraída por la fuerza de aquellas
melodías exóticas emanadas de instrumentos andinos, que se entremezclan con instrumentos
sinfónicos. Es la embajada cultural
denominada “Punahue Sinfónico, la identidad musical del Norte de Chile se proyecta al viejo continente” que se hace al fin realidad.
denominada “Punahue Sinfónico, la identidad musical del Norte de Chile se proyecta al viejo continente” que se hace al fin realidad.
Así, se cumple el primer hito del largo viaje al otro lado del mundo
emprendido por estos artistas antofagastinos, que se inició el pasado 1 de
junio y que considera otra actuación en Moscú hoy 11 de junio, en la
prestigiosa “Casa de la Música – Dom Musiki”, lugar donde tocarán junto a la
orquesta del lugar.
La emoción
de llegar por primera vez a Europa se potenciará en París, donde el día 13 de
junio ofrecerán un concierto especialmente dedicado a la colonia chilena
residente, integrándose al conjunto destacados músicos sinfónicos franceses y
el afamado músico y folclorista chileno (ex Illapu), radicado en Francia,
Osvaldo Torres.
MELODÍAS
Las melodías de los creadores patrimoniales nortinos de Punahue junto a
los músicos invitados: el cantautor Pato Maturana; la violinista Ximena García
Banda; el clarinetista Marko Santelices Skorin y el arreglador sinfónico Marko
Santelices Miranda; llenan todos los rincones del anfiteatro ante la cálida
recepción los presentes.
Son pasadas las diez de la noche y el sol aún brilla sobre la ciudad
como si fueran recién las seis, creando una mágica atmósfera conocida como
“noche blanca”. Ahí en el corazón de la Universidad de San Petersburgo, la
delegación chilena ofreció su primer concierto, en la ciudad donde nunca
oscurece en verano y donde especialmente hoy, se niega a dormir arrullada por los
sonidos provenientes de nuestro desierto, el más árido del planeta.
La gira
continúa mañana, y aunque los horarios, el idioma, la comida, el clima y muchas
cosas más, son muy distintas a nuestra desértica zona, el lenguaje de la música
es capaz de unir al viejo continente con los sonidos andinos, y de esta manera,
lograr ese anhelado puente imaginario que sólo el arte es capaz de ofrecer.
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