8 de julio de 2013

A 150 AÑOS DE UNA CUASI GUERRA POR MEJILLONES



Por Wilfredo Santoro Cerda

Congreso boliviano autorizó la acción bélica
 
El 5 de mayo se conmemoraron 150 años desde que el Congreso boliviano, reunido extraordinariamente en Oruro, autorizó al Presidente De Achá para declarar la guerra a Chile. El motivo: recuperar Mejillones. La urgencia: los cuantiosos yacimientos de guano descubiertos por Juan López.

La actual grandeza de Chile reside innegablemente en la riqueza que entregó –y sigue entregando- el Desierto de Atacama. No podemos concebir el Chile moderno sin el Desierto de Atacama. La explotación de salitre y cobre ha dado forma a este país. Bueno. Sin embargo nuestro Chile no ha reconocido en su real dimensión ese aporte fundacional. Más aún, hay tres protagonistas de esa
conquista que rara vez son mencionados en la historia nacional. Ellos son: el guano, Mejillones y Juan López.

         Hasta la década del 30 en el siglo XIX el desierto de Atacama era “tierra de nadie”. Ni Perú ni Chile habían posado sus ojos en estos desolados parajes. Solamente Bolivia –a instancia de Simón Bolívar- había fundado Cobija en 1825, pero la naciente localidad se llenó de extranjeros (la mayoría chilenos), por el poco interés de los mismos bolivianos por bajar a su litoral.

         A fines de los años 30 Domingo Latrille descubre y comienza a explotar guano blanco en Mejillones. Esto le otorga valor al desierto, por lo que el Gobierno chileno dicta una ley en 1842, que indirectamente fija como límite norte de Chile el paralelo 23. Hasta ese momento Chile llegaba administrativamente hasta Paposo, aunque su Constitución establecía que su límite norte era “el despoblado de Atacama”.

         Bolivia, que a su vez reclamaba soberanía hasta Coquimbo (aunque no tenía gente ni para poblar Cobija) consideró una verdadera agresión tal medida chilena, iniciándose una serie de incidentes. Entre ellos la construcción de un fortín chileno en Punta Angamos y la captura por parte de nuestro país del mercante norteamericano “Sportman”, por cargar guano sin permiso chileno.

 GUANO ROJO, GUANO BLANCO    
     
Aquí es necesario hacer algunas consideraciones respecto al producto que estamos tratando. La importancia actual del guano es ínfima. Incluso parece ridículo un conflicto por tal motivo. Durante el siglo XIX no era así. El guano era un producto muy cotizado en Europa, debido al emprobrecimiento del suelo agrícola e incluso hambrunas. Se decía que después del oro y la plata venía el guano. Tanto así que Perú se mantenía por sus exportaciones de guano. El guano fue el salitre del siglo XIX. La importancia industrial de este último apareció sólo en la década del 70, siglo XIX.

Habían dos tipos de guano: el blanco y el rojo. El blanco era el excremento de las aves marinas mientras que el rojo era esto mismo más los cuerpos de las aves, pero fosilizados. El guano blanco era de  mayor calidad, pero se terminaba rápido, ya que se trataba de verdaderas alfombras que eran limpiadas a pala. El guano rojo –en cambio- era de menor calidad, pero cuantioso y se hallaba bajo tierra, como los minerales. 
El año 1856 el guano blanco se acabó en Mejillones (por lo tanto en Chile) y esta zona volvió a quedar deshabitada. Tuvo que transcurrir hasta el año 1862 para que se reiniciara la actividad.
Quien remeció toda esta zona –con repercusiones internaciones- fue nada menos que Juan López, quien descubre un cuantioso yacimiento de guano rojo en el Morro de Mejillones.
López tiene una sociedad con el empresario chileno Matías Torres, a la que posteriormente ingresa el francés Juan Garday.  A pesar de haber descubierto riqueza en un polvorín internacional, no se hacen problemas. Ellos mismos señalan que “Los descubridores, en vez de explotar por el mayor tiempo posible como boliviano el guano de Mejillones, cual lo aconsejaba tentadoramente un mezquino interés individual, pensaron y sintieron más alto; quisieron explotarlo como cosa de Chile y en su calidad de chilenos.
No le va bien a la Sociedad López-Torres-Garday. El Gobierno chileno le caduca sus permisos el 17 de febrero de 1863, mandándolos a la ruina. No obstante Chile mantuvo su soberanía hasta el paralelo 23, por lo tanto la posibilidad de licitar las guaneras.  

PERMISO PARA DECLARAR LA GUERRA 
Todo esto colma la paciencia de Bolivia. Su Congreso se reúne en forma extraordinaria en Oruro el 5 de mayo de 1863 y autoriza al presidente José María de Achá para declarar la guerra a Chile. Señala textualmente el documento: “habríamos seguido esta misma senda de templanza y moderación si el Gobierno de Chile no hubiese llegado al colmo de la injusticia apropiándose, como lo ha hecho, de la bahía de Mejillones, sita en el grado 23 latitud meridional, y los ingentes y valiosísimos depósitos de guano que en ella se han descubierto recientemente”.
Afortunadamente la guerra no se desató. Vino la amenaza de la flota española que unió a cuatro países: Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Luego un sentimiento americanista que se plasmó en tratados mediante los cuales Chile retrocedió del paralelo 23 al 24, entregando Mejillones y Antofagasta a Bolivia. Y 16 años después... sí vino la guerra.
Por último, también ahora se están cumpliendo 150 años de la aparición de “Las huaneras de Mejillones”, primer libro de la zona que aparece bajo la firma de la Sociedad López-Torres-Garday y que narra la epopeya del descubrimiento del guano rojo por parte de López. Este libro es pieza fundamental en la historia de la región y del país. 

 Estos parajes que hoy parecen idílicos hace 150 años estuvieron a punto de desatar una guerra. El foco precisamente fue “La Caleta” y las causantes involuntarias... las inofensivas aves marinas, que por millones de años produjeron guano.


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