ELEGÍA A MI TIERRA

Por Jaime Nelson Alvarado García

ELEGÍA A MI TIERRA

“Antofagasta principia en una huella...”
Escribió Andrés, poeta de esta tierra
Ciudad pujante, acogedora, bella,
Que la bahía de San Jorge encierra
La Cruz del Sur en Coloso destella
Al este, un ancla que al cerro se aferra
“Perla del Norte”, en justicia nombrada
Su símbolo en la costa es La Portada

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Juan López, sí señores, fue el primero
Que hizo en Peña Blanca su cobijo
Era un chango con trazas de minero
Del valle copiapino osado hijo
Buscó y buscó el quimérico venero
Y el norte con sus vetas lo bendijo
Nació nuestra ciudad en cuna de oro
La pampa le ofrendaba su tesoro

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Más tarde, Santos Ossa, visionario
Halló caliche en un salar vecino
Explorando el desierto este empresario
Encontró la fortuna en su camino

Fue el premio a este duro itinerario
Que al Norte desploblado dio un destino
La riqueza hallada en esta tierra
Muy pronto nos pondría en pie de guerra

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Sonaron los cañones al instante
Cuatro años infernales de batalla
Invicto el pabellón siempre delante,
Encaran los chilenos la metralla
Por fin llegó la paz y Dios mediante
Del bélico clamor su voz acalla
Se viste de penachos pronto el cielo,
La industria salitrera emprende el vuelo

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Había que encontrar al operario
Propicio a las más duras labores
Robusto, aguantador y temerario
Sufrido para el sol y sus calores
Hallar hombres así fue necesario
Valientes, capaces, vencedores
Sólo un ser especial haría posible
Doblegar al desierto tan temible

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Son estos de Atacama originarios
De Ovalle o de Coquimbo otros venidos
Algunos que llegaron voluntarios
O con sucios enganches atraídos
Esforzados, cabales, solidarios
De inmenso corazón y decididos
No hay en el mundo gente de igual traza
La pampa vio nacer la nueva raza

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Poblaron del desierto los rincones
Abrieron de la costra sus entrañas
Colmaron de riqueza a sus patrones
En pago recibieron mil patrañas
Más, nada doblegó sus corazones
Pese a tantos abusos y artimañas
Del árido y brutal suelo nortino
Brota recia la estampa del pampino

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La historia nos oculta el sufrimiento
Que soportó el hombre en su camino
Vivió el calvario sin padecimiento
Sin aflojar, porfiándole al destino
Ni las balas sirvieron de escarmiento
Ni supo de flaquezas el pampino
Para hombres de tan inmensa talla
Fueron vanos el cepo y la metralla

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Los hechos más frecuentes sucedieron
Cuando alzaron la voz sin ser oídos
Más nunca sus afanes pospusieron
Pues eran beneficios merecidos…
No siempre se les dio lo que pidieron
Y fueron sin justicia perseguidos
La huelga fue argumento valedero
Para quienes el pan fue lo primero...

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Muy pronto la ciudad ya se empinaba
En medio del paraje desolado
La plaza y una iglesia que se alzaba
Mostraban el esfuerzo desplegado
La industria del salitre despertaba
Explota el Atacama despoblado
Rechinando sus ejes, las carretas
Volvían de la pampa bien repletas

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El agua  fue un tesoro muy preciado
Escaso en estas yermas vastedades
Hallarla, fue un trabajo denodado
Beberla, disfrutar de sus bondades
Sació luego la sed del empampado
Perdido en las inmensas soledades
Y la sombra humilde del pimiento
Aplaca del calor el sufrimiento

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Ante tales indicios de grandeza
Comienzan a llegar los extranjeros
Instalan sus negocios y así empieza
El comercio a  servir a los mineros
Y enfrentados al mar y su fiereza
Fondean en sus aguas los veleros
El ancla, que pintara Clavería
Sirvió para esas naves de útil guía

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La Chimba se hizo pues, cosmopolita
Poblada por ingleses e italianos
De igual modo acudieron a la cita
eslavos, españoles y germanos...
A todos,  el desierto los concita
Pero exige esfuerzos sobrehumanos
La sangre y el sudor que derramaron
Con riquezas a todos compensaron.

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Unidos enfrentaron los albores
Había que empezar tarea intensa
Del norte soportaron los rigores
Más,  pronto tuvieron recompensa
Y en mérito a todos sus ardores
En un lugar de esta comarca inmensa
Se empina la ciudad de Antofagasta
¡Qué perla más hermosa aquí se engasta!

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Esta tierra no sabe de fatigas
Exige pues, sudores generosos
No acepta mezquindades, no intrigas
Cuna de gentilhombres, bondadosos
Lugar para encontrar manos amigas
De clima grato y rincones hermosos
Ciudad del Gran Impulso fue llamada
 Al árido Atacama avecindada...

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Un vals hizo Carrera en su homenaje
Sus notas son un canto a la belleza
Pianista, creador de alto linaje
Urdió blancas y negras con fineza
Por fin su obra concluye y cual celaje
Volaron compases con largueza
El reloj de la plaza dio sus trinos
Con que empiezan sus sones cantarinos

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Es esta la ciudad donde prospera
El saber, la cultura, el arte puro
Tierra de sol, la capital minera
Sus vetas son señal de buen auguro
Una puerta al Pacífico que espera
Ser de América puerto del futuro
Es el suelo del épico pasado
Por el hombre del norte dominado

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Aquí entona el progreso su concierto
Y el bravo desenfunda sus anhelos
Aquí se alza un bastión del Chile cierto
Que a la nación ofrece sus desvelos
Este es el escenario del desierto
Donde el hombre venció áridos suelos
¡Ciudad de Antofagasta, Perla bella
Del Norte serás su eterna estrella...!