Juan Radrigán: "No tengo un buen recuerdo de Antofagasta".
Juan Radrigán (74), dramaturgo y reciente Premio Nacional de Teatro, pertenece al grupo de antofagastinos que no alcanzó siquiera a aprender a caminar en la ciudad. Su familia se lo llevó cuando tenía un año. Por esto, aclara, que de antofagastino tiene poco y nada. “Aunque hace poco estuve allá en una actividad que organizó el Consejo de la Cultura. Fue una valiosa oportunidad para conocer gente relacionada al teatro y a la literatura, además de conocer y reconocer la ciudad”, afirmó.
-¿En general, cuando le nombran a Antofagasta que se le viene a la mente?
- Yo nací allá. Nos vinimos Santiago cuando tenía un año, así que son nulos los recuerdos. Mis hermanos pueden hablar más de Antofagasta. En lo teatral no tengo un buen recuerdo de Antofagasta pues la compañía de referencia de allá, nunca montó una obra mía en tiempos de la dictadura. En cambio sí lo hizo la compañía de Luis
Imerio Guardia, pero para los otros es como si yo no existiera. Me han ignorado hasta ahora.
-¿Qué significa para usted el premio nacional?
Lo tomo alegremente. Es un reconocimiento para trabajar con más tranquilidad en mis proyectos. Pretendo dedicarme más a escribir y dejar algunas clases. Tengo mucho que escribir. Y las lucas, entre otras cosas, las voy a ocupar para armar un espacio teatral, porque estoy aburrido que no me echen de diferentes locales.
-¿Qué está escribiendo ahora?
-Acabo de terminar una obra sobre el cementerio. Esto después de recorrer las calles del cementerio y leer un aviso que decía: si no pagan dentro de 30 días, el muerto se va a la fosa común. El hecho de perseguir a alguien después de muerto me pareció interesante. Así comencé a escribir sobre cuatro muertos que tenían claro que si no pagaban se morirían por segunda vez. En Chile, lamentablemente te persiguen hasta después de muerto.
-¿Le interesa escribir sobre las animitas o sicópatas del norte?
-Las animitas son un tema interesante, pero lo han hecho. Los sicópatas del desierto como el caso de Alto Hospicio también son un tema que podrían dar un obra, pero creo que también la han montado.
-¿Y qué opinión tiene del conflicto estudiantil?
- A través de las clases he conocido lo duro de la vida de los estudiantes, el endeudamiento atroz que son objeto después de salir. Conozco gente que cuando salió debe 6 millones y a los 5 años debe 16 millones de pesos. Así es el sistema. Los chilenos estamos con la soga al cuello y los pies en el aire.
-¿Algún estreno en carpeta?
El próximo 15 estrenamos “Amores de Cantina” en GAM. Hemos salido a regiones, pero no al norte. Ojalá podamos estrenar esta obra en el norte.
Juan Radrigán (74), dramaturgo y reciente Premio Nacional de Teatro, pertenece al grupo de antofagastinos que no alcanzó siquiera a aprender a caminar en la ciudad. Su familia se lo llevó cuando tenía un año. Por esto, aclara, que de antofagastino tiene poco y nada. “Aunque hace poco estuve allá en una actividad que organizó el Consejo de la Cultura. Fue una valiosa oportunidad para conocer gente relacionada al teatro y a la literatura, además de conocer y reconocer la ciudad”, afirmó.
-¿En general, cuando le nombran a Antofagasta que se le viene a la mente?
- Yo nací allá. Nos vinimos Santiago cuando tenía un año, así que son nulos los recuerdos. Mis hermanos pueden hablar más de Antofagasta. En lo teatral no tengo un buen recuerdo de Antofagasta pues la compañía de referencia de allá, nunca montó una obra mía en tiempos de la dictadura. En cambio sí lo hizo la compañía de Luis
Imerio Guardia, pero para los otros es como si yo no existiera. Me han ignorado hasta ahora.
-¿Qué significa para usted el premio nacional?
Lo tomo alegremente. Es un reconocimiento para trabajar con más tranquilidad en mis proyectos. Pretendo dedicarme más a escribir y dejar algunas clases. Tengo mucho que escribir. Y las lucas, entre otras cosas, las voy a ocupar para armar un espacio teatral, porque estoy aburrido que no me echen de diferentes locales.
-¿Qué está escribiendo ahora?
-Acabo de terminar una obra sobre el cementerio. Esto después de recorrer las calles del cementerio y leer un aviso que decía: si no pagan dentro de 30 días, el muerto se va a la fosa común. El hecho de perseguir a alguien después de muerto me pareció interesante. Así comencé a escribir sobre cuatro muertos que tenían claro que si no pagaban se morirían por segunda vez. En Chile, lamentablemente te persiguen hasta después de muerto.
-¿Le interesa escribir sobre las animitas o sicópatas del norte?
-Las animitas son un tema interesante, pero lo han hecho. Los sicópatas del desierto como el caso de Alto Hospicio también son un tema que podrían dar un obra, pero creo que también la han montado.
-¿Y qué opinión tiene del conflicto estudiantil?
- A través de las clases he conocido lo duro de la vida de los estudiantes, el endeudamiento atroz que son objeto después de salir. Conozco gente que cuando salió debe 6 millones y a los 5 años debe 16 millones de pesos. Así es el sistema. Los chilenos estamos con la soga al cuello y los pies en el aire.
-¿Algún estreno en carpeta?
El próximo 15 estrenamos “Amores de Cantina” en GAM. Hemos salido a regiones, pero no al norte. Ojalá podamos estrenar esta obra en el norte.
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