19 de septiembre de 2011

CARTA ABIERTA AL AUTOR DEL HIMNO NACIONAL

Carta abierta al autor del Himno Nacional

        PERDÓN, DON EUSEBIO…
LA COPIA FELIZ… ¿DE QUÉ?
   
Respetado Señor:
  
        Hace tiempo que tenía ganas de escribirle estas líneas, aunque nos separan muchísimos años de historia y nos enfrentan visiones dispares. Usted allá en la eternidad plena, yo –más bien nosotros- en esta realidad plena. Es este Chile actual, tan distinto al que Usted vio para su inspiración, lo que me indujo a tomar la decisión de hacerle llegar estas líneas.
         Porque es una ironía comprobar lo que Usted asevera acerca de nuestro país, señalándola como “Una copia feliz del edén…”. Algo que está en nuestros labios como un rezo, que desde niños entonamos con unción, pero que ahora –adultos ya- nos cuesta asimilar como un aserto y no nos convence. Hasta diría que nos suena a burla. Pero, recapacito y reconozco que tal vez Usted vivió en un Chile distinto, honesto, transparente. Y es su verdad, que dejó estampada en los versos a la Patria, que entonamos plenos de fervor en ceremonias, fiestas, veladas y actos oficiales.

     El Chile de hoy nada tiene que ver con ese edén que Usted describe.  Me permitiré hacer un análisis “verso a verso”, como diría el español Antonio Machado. Empiezo por el primero: Eso de “Ha cesado la lucha sangrienta…” no es tal. La lucha sigue en dos frentes. Por un lado los mapuches defienden o reclaman sus tierras, usurpadas por “huincas” con mucho dinero para comprar la razón y la justicia. Y aunque Usted asegura que “Ya es hermano el que ayer invasor”, es simplemente una falacia. Los
íberos siguen dominándonos, nos oprimen y nos explotan económicamente, pese a que hace 201 años intentamos liberarnos, dando origen a la Primera Junta Nacional de Gobierno… Veo que aquello fue solo eso; “un intento”. Los godos son dueños de la mitad de Chile y sus servicios. Ellos aguardan el momento para dar el zarpazo y apoderarse así del otro cincuenta por ciento.
     Entonces no tiene sentido eso de que “El que ayer doblegábase esclavo, libre al fin y triunfante se ve”, -que Usted describe- porque vivimos esclavizados por un sistema económico cuyas cadenas ahogan al 90 por ciento de los chilenos todos. ¿Dónde queda –entonces- esa “libertad que es herencia del bravo”…?, mi respetado don Eusebio…? No hemos sido “bravos”, hemos cedido permanentemente a prebendas y presiones. Y el parlamento ha dado luz verde para llegar a este estado de cosas. Y la verdad sea dicha: Chile se vendió al mejor postor… Y el remate, la ganga y las ofertas, continúan. Ya ni el agua nos pertenece, don Eusebio.

    Eso del “cielo azulado” no es tal. Pueden dar fe de ello los escolares del sector “Ventanas” – “Puchuncaví”, que viven asfixiados… Aunque sus argumentos y lamentos son acallados por la razón de Don Dinero. Los copiapinos que vivían en Paipote pueden decir lo mismo… Los chuquicamatinos y calameños también… Como se puede comprobar, hoy en día esas “puras brisas” son cosas de aquél tiempo lejano. No hay duda alguna que los chilenos no hemos sido capaces de mantener nuestro entorno, respetar la naturaleza y cuidar las especies que comparten nuestros suelos. ¿Son “puras las brisas” que respiran a diario los santiaguinos…?
     ¿Se da cuenta, don Eusebio, que este Chile dista mucho de ser ese Edén con que Usted intenta convencernos? Me permito citarle que la montaña –aunque sigue siendo majestuosa- está horadada y contaminada por la actividad minera. Las aguas que escurren por sus laderas, fueron expropiadas y pertenecen a consorcios extranjeros, en desmedro de los agricultores nativos, que -se supone- tienen derechos ancestrales sobre el vital líquido.

     Ese “campo de flores bordado” que Usted refiere, ha sido diezmado. Las semillas son ajenas; se ha introducido especies exóticas que invaden áreas de flora nativa, las tierras han sido usurpadas a sus propietarios mapuches (O adquiridas con engaños, fraudes o maquinaciones… todo con la negra mano de los leguleyos).
       ¿Necesita otra prueba? Eso del mar, “que tranquilo nos baña”, no es tal. La furia oceánica ha diezmado pueblos y caletas y ha segado cientos de vidas con sus arremetidas con olas gigantescas. Juan Fernández, Dichato, Constitución, Duao, Llico, Talcahuano y otros puertos del Chile central han sufrido la furia de su oleaje. Más aún,  aseverar que “nos promete un futuro esplendor” es cosa del pasado. Agotado, contaminado, sobre explotado y parcelado vergonzosamente, para que los poderosos puedan expoliarlo a su total amaño o conveniencia y los modestos pescadores recojan las migajas de la pesca industrial.

     Hay tanto que debatir, don Eusebio: eso de los “valientes soldados” es absolutamente discutible. Porque no trepidaron en apuntar sus armas contra sus propios hermanos, sin contemplaciones, olvidando la promesa que hicieran en el Juramento a la Bandera. Es talvez la página más vergonzosa de la historia castrense nacional… Sus armas terminaron con un gobierno elegido en las urnas… Y hoy se niega  todo aquello, intentando disfrazarse con plumajes de blancas palomas.

     ¿Se da cuenta?

     Cuando Usted anhela “que tus libres tranquilos coronen, a las artes la industria y la paz”, otra vez nos vemos enfrentados en abierta discrepancia. Es todo tan etéreo. Tenemos dos Premios Nobel, un pianista mundial, maestros del pincel y literatos de excelsa pluma. Pero parecieran ser un regalo de Dios. Porque la educación en Chile es lo más desastroso del planeta, en términos de igualdad de oportunidades. Tenemos la educación más cara de América, hecha a la medida para acrecentar las desigualdades sociales y facilitar la pobreza. Entonces puede derivarse que “las artes y la industria” solo pueden ser opción para los adinerados… El resto del pueblo tiene que conformarse con lo que esté a su alcance, que –a decir verdad- no es tanto ni abre muchas esperanzas.
    No quiero aburrirlo con tantas objeciones, que me parecen legítimas. Pero tengo una última pregunta para Usted y don Ramón Carnicer, que debiera andar compartiendo con su espíritu,  en esos ámbitos de eternidad absoluta. Mi duda se estriba en la total similitud que existe en el último verso del coro de nuestro Himno Nacional, con la canción nacional de Bolivia. Nuestro “O el asilo contra la opresión” es similar en rima y sílabas, con el “Morir antes que esclavos vivir” de los altiplánicos. Y –a mayor abundamiento- musicalmente tienen el mismo ritmo y la misma estructura en notas… (Y -si se me permite- hasta se canta parecido…)



     ¿Se da cuenta que son válidos mis planteamientos…?
 
    No faltará –estoy seguro- quien le lleve los recados de esta nota hasta su aposento celestial, donde deambula junto a otros próceres de aquel naciente  y próspero Chile que Usted tuvo la oportunidad de conocer y vivir. Por lo pronto, los habitantes de este país bicentenario, viven muy lejos de aquellos privilegios que inspiraron su numen. La realidad es –dolorosamente- otra más abrumadora y agobiante.
 
     Con mis mejores respetos
     
REMITENTE: Jaime Nelson Alvarado García.
                          Profesor Normalista.
                        “Medianamente chileno, exageradamente nortino"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto el artículo. Gracias por hacernos pensar un poco más allá. Saludos.

Mario Villalobos Aspe.
Copiapó