4 de marzo de 2011

Lanzan libro "Proa al Oeste" de Jaime Alvarado García

Por Sergio Gaytán M. 

La publicación fue presentada ayer, en la Hall Central de la Casa de la Cultura de Antofagasta.

Versátil es la pluma de Jaime Alvarado García. A sus años de docencia, periodismo, deportes, fotografía y un sinfín de experiencias personales, donde se cuentan sus propios recorridos sobre esta geografía, por tierra, mar y aire, nos ofrece hoy un algo más de su propia personalidad. La narración Proa al Oeste, capítulo no incluido en la historia oficial de Antofagasta, pero que aporta otros antecedentes sobre nuestra ciudad. Si la obra la quisiésemos mirar desde el punto de vista de la identidad, el lector encontrará aquí otras curiosidades que el común de los ciudadanos desconocía. Es la Antofagasta que se fue, pero sabido es que no se puede avanzar sin volver la vista atrás. Viejas calles, viejas historias, y tal vez desaparecidos vecinos, tuvieron la oportunidad de vivir y conocer las peripecias de la nave alemana Rhakotis y sus marineros, en su tiempo operada por la Hamburg Amerika Linie. Una parte del mundo veía elevar humos de guerra y la tranquila bahía de la ciudad vio aparecer de pronto esta nave. Sencillos pescadores, cuya habla Alvarado reproduce con singular gracia, y ajenos a toda conflagración, pasados los días, abrirán sus generosos corazones de la solidaridad. Miles de millas náuticas separan ambas nacionalidades y el deber del hombre no es otro que ayudar al hombre mismo. Para la gente de trabajo que a diario se gana el pan con el sudor de la frente, no caben las mezquindades. Parte de la narración se
desenvuelve también en tierra firme, en las viejas calles, entre otras Latorre, Bolívar, San Martín, Copiapó, que la
modernidad y los incendios destruyeron sin prisa. Se da ligera cuenta de una bohemia vivida, comida y tomada en malolientes y poco alumbrados boliches o tugurios, donde parte de la vida transcurría, entremedio de pencazos de tinto y del otro; puchos de “Premier”, “Baracoa” y “Particular”, enrarecen aún más el ambiente, donde casi siempre triunfa el señor de la noche. Y donde más de alguno, más letrado que el otro, sentencia frases para el bronce, como ésta: “El eructo es la expresión pusilánime de un pedo cobarde… al que le faltó coraje y valentía para llegar al poto”.
Es parte de la ciudad de Antofagasta que tuvo sus ajetreados días de puerto. Es un trozo del pasado que vale considerar y que Alvarado, nos ofrece con humildad. Hacía ratos que nada leíamos sobre lo que sucede en este espejo azul. Gracias Jaime y buen zarpe.

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