Por Osvaldo Maya Cortés
En “El Quijote” cervantino, tras conocer la humanidad de Sancho, que sea Panza o Zancas, es totalmente indiferente. Desde que apareció, su destino fue el plano de las ideas y, por sus interrelaciones, lo censuraron: “Hueles, Sancho, y no a ámbar…” o lo enaltecieron: “Ven acá, Sancho hermano, hoy hablas de perlas.”
Algo así ha sucedido con el “Chango López”. Chango: nómada del litoral; etnia cuyos pocos vestigios registrara como pertenencias algún ignorado encomendero hispano del Chile colonial nortino. Eso de “chango”, poco favoreció al copiapino Juan López.
En parte del siglo XIX, López fue gran figura en y por los alrededores de Mejillones y Antofagasta. Luego, en el XX, la Historia oficial lo relegó a una insólita y confusa condición.
En el intento de valorar a Juan López se invocaba su perdido “Memorial”. Pero, ubicado y publicado aquel escrito, la situación no cambió. Lo que entonces se puso
en juego, fue bastante. Mucha historia fija verdades para conciliar determinados intereses sociales.
Mientras tanto, jóvenes mejilloninos hicieron lo que en ellos es habitual: se interrogaron en el marco de sus saberes. Al poco tiempo, trabajaban con el volumen “Las Huaneras de Mejillones” (Imprenta Chilena. 1863). La autoría de éste es de Juan López, Matías Torres y Juan Garday. ¿López no era un rústico iletrado?
Sin ser un Isaac Arce u otro historiador, esos jóvenes aportaron elementos de juicio que reposicionan a López en el entorno sociocultural nortino y lo más valioso, le restituyeron una dimensión de humanidad cuyos atributos permiten replantearse su rol histórico.
“Las Huaneras de Mejillones”, hoy en la conciencia de muchos nortinos, producirá interesantes acciones culturales. La Historia oficial deberá pronunciarse con nuevos argumentos relativos al “Chango” López. Lo dicho hasta este instante es insuficiente. Las instancias culturales de la zona deben integrarse en un gran proyecto común: recuperar la información existente. Por ahora conviene leer el libro “Poetas y Pioneros” (Emelnor Editores. Mejillones. 2010) de Wilfredo Santoro y Florentino Novoa. Lo que acontezca luego, valdrá como la página aún no escrita de Juan López y de muchos hombres de este Norte Grande.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario