27 de diciembre de 2010

Verdades y mitos del Chango López

Por Osvaldo Maya Cortés    

 
En “El Quijote” cervantino,  tras  conocer la humanidad de  Sancho, que sea Panza o Zancas, es  totalmente indiferente.  Desde  que  apareció,  su  destino  fue el  plano de las ideas y, por sus interrelaciones,  lo  censuraron: “Hueles, Sancho, y no a ámbar…” o lo  enaltecieron: “Ven acá, Sancho hermano, hoy hablas de perlas.”
    Algo  así  ha  sucedido  con el “Chango López”.    Chango: nómada del   litoral;  etnia cuyos pocos  vestigios  registrara  como  pertenencias   algún  ignorado  encomendero hispano  del   Chile colonial nortino.   Eso de “chango”,  poco  favoreció al copiapino   Juan López. 
    En parte  del siglo XIX,  López fue gran  figura en y por los alrededores de   Mejillones y Antofagasta.   Luego, en el  XX,  la Historia  oficial   lo relegó a una  insólita   y confusa  condición.
    En el intento de  valorar a Juan López se invocaba  su perdido “Memorial”.  Pero,  ubicado y publicado  aquel escrito, la situación no cambió.   Lo que entonces  se puso
  en juego,  fue bastante.  Mucha historia  fija  verdades  para  conciliar   determinados intereses sociales.
    Mientras tanto,  jóvenes mejilloninos hicieron   lo que en ellos es  habitual: se interrogaron en el marco de sus saberes.  Al poco tiempo, trabajaban con el volumen  “Las Huaneras de Mejillones” (Imprenta Chilena. 1863).  La autoría  de éste  es de  Juan López, Matías Torres y Juan Garday.  ¿López no era un rústico  iletrado?
    Sin ser un Isaac Arce   u otro   historiador, esos jóvenes  aportaron  elementos de juicio que  reposicionan  a López en el entorno   sociocultural  nortino  y lo  más valioso,  le   restituyeron   una dimensión de humanidad cuyos atributos  permiten  replantearse su rol histórico.
 “Las Huaneras de Mejillones”,  hoy  en  la  conciencia  de  muchos nortinos,   producirá interesantes  acciones culturales.  La Historia oficial deberá pronunciarse con nuevos argumentos relativos al “Chango” López.  Lo dicho hasta este  instante  es insuficiente.    Las    instancias  culturales  de la zona deben    integrarse     en un gran   proyecto común:   recuperar la información existente.    Por ahora  conviene   leer  el libro “Poetas y Pioneros” (Emelnor Editores. Mejillones. 2010) de Wilfredo Santoro y Florentino Novoa.  Lo que acontezca luego, valdrá como la   página aún no escrita de Juan   López y de muchos hombres de este   Norte Grande.

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