11 de agosto de 2011

DE PIEDRAS Y ADOQUINES

Por Jaime N. Alvarado García.

        Las primeras formas de pavimento que conoció nuestra naciente ciudad fueron los adoquines. Trozos de granito o piedra “ala de mosca”, que pesaban cerca de cuatro kilos cada uno. Eran puestos uno al lado del otro, en perfecta trabazón que cubría las calzadas de cuneta a cuneta, hechas de la misma piedra. Cada adoquín tenía la forma de un paralelepípedo y su tamaño era casi estándar: 25 centímetros de largo por 15 de ancho y lo mismo de alto. Fueron los precursores del actual asfalto y del hormigón, que hoy por hoy enluce nuestras avenidas.
   Los adoquines pusieron a dura prueba el herraje de las cabalgaduras –de monta y tiro- que recorrían las calles de Antofagasta hasta la primera mitad del siglo pasado. Había –por la misma causa- mucha ocupación para herreros y personal de forja. Los unos para calzar las cabalgaduras y los otros, para t emplar los aceros de cuñas,
barretas, cinceles y chuzos, que se empleaban en las canteras locales.
    Las canteras más importantes de la ciudad estuvieron en los pequeños cerros aledaños a la actual población Matta. Sus huellas son claras: las laderas de dichos cerros están cortadas a pique, con caras muy lisas, producto de la explotación de roca de gran competencia. De éstas, la cantera “Lavín”, ubicada en los cerros de la población Oriente.
    La cantera “Rosales” ocupaba a un centenar de canteros, cuyas herramientas principales eran un “combo” de cinco libras y una batería de cinceles y cuñas. Para trabajos mayores se empleaban machos de 25 libras, cuñas, chuzos, hachuelas y barretas. Con tales herramientas daban forma a los adoquines. Trabajo duro, paciente y agotador. No se recuerdan canteros enfermos de “tendinitis”, aunque daban golpes con el combo durante diez horas diarias, de lunes a sábado.. Como dice el tango… “Eran otros hombres, más hombres, aquellos…”
      Hubo otra faena de la cantera “Rosales”, que hasta los años 60 del siglo pasado existió en calle Cautín –entre Eleuterio Ramírez y Huanchaca- Tenía dos ojos de agua, producto de filtraciones de viviendas vecinas y un pasadizo entre las aguas. Muchos de estos adoquines fueron cubiertos por el asfalto, en una irracional manera de ocultar el ayer. Pasó en calle Matta. Y en Bolívar. Pocos fueron reutilizados en la Costanera Central. Otros, fueron extraídos y sigilosamente, llevados… ¿Dónde, quienes y por qué?

1 comentario:

Rodrigo dijo...

Siempre me han preocupado esos ¿dónde, quienes y por qué?
No me importaría que quien se los llevó haya lucrado vendiéndolos, y que estén en algún lugar como pavimento.
Me asusta, en cambio, pensar que tal vez -y muy probablemente- tan sólo los botaron en algún lugar, como si fuesen sólo piedras sin valor...