10 de septiembre de 2010

DESCARGA POSTRERA (Por Jaime N. Alvarado García)

El fuerte “Centinela”, ubicado al sur del antiguo Matadero Municipal,  fue el encargado de disponer sus baterías, con dos cañones “rayados” y de avancarga, para defender a la ciudad de Antofagasta, durante la Guerra de Pacífico.
         Y vaya si cumplió su objetivo.
          El 28 de agosto de 1879, en el llamado “Segundo Bombardeo de Antofagasta”, el monitor “Huáscar” entró a la bahía para cañonear sus instalaciones y batirse con la cañonera “Magallanes” y la corbeta “Abtao”. El almirante Grau estuvo todo el día merodeando las aguas antofagastinas, con la intención de cortar el cable submarino, pero se encontró con la porfía de ambas naves chilenas que presentaron combate, amparados en los buques mercantes fondeados en la bahía. Los tiros peruanos dieron en la “Abtao” –aparejada de bergantín- y provocaron la muerte de una decena
de tripulantes, honrados en un mausoleo ubicado al final de la entrada principal del Cementerio General.
       Pero aún  hay un testimonio de aquella épica jornada.
       Vergonzosamente olvidado, displicentemente mantenido.
       Rescatado hace unos veinte años por una valiente campaña de un diario local, ya que estuvo a punto de ser vendido por “chatarra”. Estuvo a minutos de ser echado a un camión para viajar al olvido, a la nada.
       Se trata del cañón ubicado en la esquina de las calles Quito y Bellavista. Una de las dos piezas del fuerte “Centinela”, que se batieron con el “Huáscar” y que dieron en el blanco, matando a un marino peruano y dejando malherido a otro. La pericia de nuestros artilleros fue el mayor temor para los peruanos. La chimenea del monitor también recibió un impacto, por lo que Grau tuvo que llevar su nave a Arica, para reparar tales averías.
       Fue una de las últimas descargas –en ese combate- la que motivó la huída del navío peruano, que –además- avistó los humos del “Blanco Encalada” por el sur. Y quizás si fue la última que habrá disparado aquella pieza de artillería. Luego vino el olvido, después la desidia y hoy lo vemos convertido casi en una minucia.
       Ya habrá quienes tengan la voluntad necesaria para conferir el valor que aquella pieza de artillería se merece. La memoria de Antofagasta lo demanda, para fortalecer la gratitud hacia los héroes de la “Abtao”, que ofrendaron sus vidas defendiendo las aguas del Golfo de San Jorge.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por enseñarnos historia local. Siga así.

Pedro Reyes