Nicolás Pérez en una de sus visitas a la Casa de de la Cultura. |
Una figura más del arte local que cumple su ciclo de vida. Queda un legado de pequeñas acuarelas que Pérez no quiso exponer, pese a habérselo sugerido más de una vez. A ratos, estaba enojado consigo mismo y el mundo. Así era el hombre.
Su trazo era simple y lograba captar escenas de la vida cotidiana. Durante un tiempo, acostumbró a sentarse en la ex plaza del Mercado, cuando ésta cumplía su función recreativa y no como hoy, que la vemos convertida en un atiborrado y desordenado centro comercial. Allí, silencioso y con su block de dibujo, observaba a los transeúntes y los recreaba. Era un trazo fino que luego acuareleaba.
Es hora que recuperemos parte de su legado y preparemos para una fecha próxima una muestra de su trabajo. Le sobreviven su esposa, Mercedes Miranda y sus hijos Alex Ricardo y Verónica.
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