Por Jaime N. Alvarado G.
Mi vecindad con una escuela, me ha puesto una vez más –para bien- en contacto con el trajín escolar en plenitud. Veo estudiantes, apoderados y profesores a toda hora. Veo jovencitos y niñas. Pero por más que atisbo, no hallo a “La Niña María”. Lo comprobé hace unos días, cuando un grupo de chiquillas compartía los juegos en un celular.
Ensimismado, creí escuchar el “Mandundirun dirun dá”. Pero me equivoqué. Las niñas rieron y el celular cambió de mano. Entonces oí “Alicia va en el coche” y me pareció escucharlas en el coro: “Carolín cacao, leo, lao”. Otra vez erré… Y el celular –entre carcajadas- llegó a otras manos.
“Si las viera Gabriela” –pensé. Claro, la poetisa se defraudaría de ver que la niñez de hoy no tiene un lugar “En dónde tejer la ronda”. Y esas muchachitas son incapaces de invitar a su compañera y decirle