Por Jaime N. Alvarado García.
El anecdotario local nos asegura que Gamelín Guerra, autor del fox-trot “Antofagasta Dormida”, dedicó sus versos a una ciudad que dormía plácidamente, mientras él –con esa sed propia de noctámbulos/bohemios/artistas- deambulaba de aquí para allá, tratando de encontrar un abrevadero pleno de mostos y algún otro ambigú.
Dicha apreciación encaja –certeramente- con estos nuevos tiempos que vive la ciudad. Porque hemos seguido dormidos. La ciudad crece y se proyecta… Pero el espíritu que nos caracterizó hasta hace medio siglo, parece haberse quedado en el limbo, yerto, amodorrado, lánguido y adormilado.
Duele decirlo. No fuimos capaces de reaccionar ante tamaño despojo, cuando los dineros que –en justicia- nos correspondía recibir por un daño ambiental desastroso, fueron derivados a otra Región Chilena. Nos quedamos en comentarios de pasillo. Nos